¿Cómo sé si tengo ansiedad?

Escrito por: Dra. Mariola Fernández Sánchez
Publicado:
Editado por: Lucía Ramírez

El uso del término ansiedad se ha vuelto tan común que casi se diría que nos ha acompañado a lo largo de la historia. ¡Eureka! Por fin se conoce que la respuesta de nuestro organismo ante situaciones que instan al peligro se llama ansiedad, y siempre ha estado ahí.
 

Es curioso que un fenómeno que favorece la supervivencia se convierta, en algunas ocasiones, en un enemigo. Cuando en realidad no es posible tener una mejor compañía en esta vorágine de sucesos inesperados e incontrolables que conocemos como vida.
 

Una sensación de peligro inminente es uno de los principales síntomas de la ansiedad

 

Cuando escuchamos hablar de ansiedad se genera tal mezcla de significados que es posible que confundas qué ocurre realmente en tu cuerpo. Puede ser que hayas interiorizado descripciones de otras personas y las hayas hecho tuyas, sin ser consciente de lo que significa para ti realmente.
 

Por ejemplo, experimentas sensaciones físicas parecidas ante el enfado y el hambre. También puede que te hayas sentido molesto y no sabes el porqué, y que detrás de esto solo hubiera las ganas de comer tu plato favorito, y nada más.
 

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

Como no has aprendido a detectar las señales de tu organismo, a veces, te asustas. Este fue el caso de María, que me llamó y me dijo: “tengo ansiedad”. Quizá has experimentado algunos de estos síntomas:
 

  • Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
  • Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
  • Aumento del ritmo cardíaco.
  • Respiración acelerada (hiperventilación).
  • Sudoración.
  • Temblores.
  • Sensación de debilidad o cansancio.
     

Y ella me dijo que había sentido todos. Nos referimos a la ansiedad cuando se produce este conjunto de señales que nuestro organismo activa ante situaciones que interpreta como peligrosas. Por otro lado, el ataque de ansiedad o ataque de pánico corresponde a la interpretación que hacemos de esas señales y sus consecuencias de miedo.
 

Puede que no sepas llamar a los sucesos por su nombre y eso te confunda a la hora de describir qué sientes. En el caso que nos ocupa, a María le sucedía esto. Poco a poco le dio forma a un pensamiento tan válido para ella como monstruoso.
 

¿Cómo sé si realmente tengo ansiedad?

En su cabeza María escuchaba “cómo saber si tengo ansiedad, cómo superar la ansiedad, qué hacer en un ataque de ansiedad. Voy a caer muerta” y “no sé por qué el corazón se me sale del pecho, me va a dar un infarto y voy a morir”.

La traducción significa: no saber qué me pasa es lo mismo que voy a morir de forma inminente.
 

Tal era la veracidad que le otorgó que el miedo ocupó su vida diaria hasta conseguir impedirle hacer cosas que hasta el momento le habían ido de maravilla. Por ejemplo, hacer la compra para cocinar, que había sido una de sus aficiones favoritas, se había vuelto una odisea.
 

Para explicar el caso, nos centramos en la relación psicofísica de su organismo, que cuenta con dos elementos fundamentales:
 

  1. Psico: no tolera la incertidumbre.
  2. Físico: respuesta ansiógena asociada.
     

Pongamos un ejemplo análogo de evitación con una chica que tomaba chocolate porque no conocía su última nota de examen y para evitar la ansiedad que le producía la incertidumbre del no saber comía chocolate. Por lo cual, consigue su objetivo: mitigar la ansiedad evitando hacer frente a la pregunta ¿habré aprobado o no? No digo que sea coherente, sino que para ella es útil. O al menos, eso cree.
 

Para superar este episodio y vencer sus problemas de angustia, María tenía que familiarizarse con los síntomas comunes de la ansiedad, para comprender que no son peligrosos, que son como aquellos invitados a casa que no esperas para la cena y te ponen en un aprieto.
 

¿Qué sería más útil, plantear una cena con todo lo que tengas o quejarte de la visita inesperada? Correcto, vamos a educar a la mente. A mí me gusta explicar que nuestra mente realiza carreras de fondo con destino. Y cuando sabe dónde está la meta, hacia donde dirige, avanza. Puede ser que se canse, que tome agua para continuar, que pida ayuda si se pierde, pero sabe hacia dónde va. Ahora bien, ¿qué sucede cuándo no tiene las ideas claras, cuando ha perdido el rumbo?
 

En ese momento aparece la incertidumbre del no saber. Y a la mente eso de no tener foco no le gusta porque le inquieta y le alarma. Por eso actúa conforme sabe: lanzando señalas de auxilio, que las personas hemos aprendido a describir como ansiedad. Automáticamente, la atención se dirige sobre este mensaje tan inesperado como desconocido, y nuestra mente al no saber qué significa activa su mecanismo de defensa emocional: el miedo. Este miedo hace que te olvides que la solución es leer el mensaje.
 

¿Cómo puedo afrontar la incertidumbre y ansiedad?

¿Qué me quiero decir realmente? ¿Qué quiero cambiar en mi vida? ¿Con qué no estoy conforme? ¿Qué me hace estar alerta? Son algunas de las preguntas que hay que contestar para poder resolver la incertidumbre que ha despertado tu ansiedad.
 

Como especialista en Psicología, me gusta explicar a mis pacientes la misma analogía que le expliqué a María: esto se parece a conducir por una carretera principal hacia un destino. Tienes todo preparado y el coche, tu herramienta, a punto. Todo va bien hasta que de repente se enciende una luz y empiezas a notar movimientos raros, por lo que te asustas y pierdes el norte. Así que decides salir por la primera vía de servicio que encuentras y comienzas a conducir sin un rumbo claro, pero al menos es más seguro que la carretera principal por la que ya no sabes a dónde vas. De esta forma, te conformas y piensas en atender el movimiento y otros ruidos extraños que hace el coche ¡a ver si los controlas!
 

En esta situación el miedo activó a María y ella utilizó su instinto de supervivencia innato de lucha o huida para tomar la vía de servicio, ¡atendió a la ansiedad! En realidad, lo que necesitaba era leer el mensaje que su mente había proyectado como “no me gusta este trabajo, déjalo” o “la pareja hace aguas, soluciónalo”. Sin embargo, hacer cambios existenciales asusta y era más sencillo pensar que tenía ansiedad. Tiene claro que los pensamientos generan esas sensaciones que ahora hemos llamado ansiedad.
 

Tras esta primera fase de psicoeducación, vendría la fase de desafío en la que se hacen pequeñas aproximaciones para lograr su objetivo: conseguir liberarse del miedo a la ansiedad. Para esto María planeó una mañana de compras en la que, por supuesto, incluyó todos los ingredientes con los que cocinar su mejor plato.
 

¡Estaba dispuesta a disfrutar la comida! No podían faltar toda la serie de instrucciones que se había preparado como compañeras de viaje para no perder el foco de su visita al supermercado: hacer la compra. Al mismo tiempo, la atención no estaría centrada en si respira o si su corazón late porque ha aprendido que eso es lo que debe ocurrir. Gracias a esto vive y no tiene por qué sentir miedo, así que, en esta ocasión, no cogerá esa vía de servicio. Finalmente, ha estado de compras para preparar su cena favorita: risotto.

Por Dra. Mariola Fernández Sánchez
Psicología

La Sra. Fernández es una reconocida especialista en Psicología en Madrid. Se licenció y se doctoró en Psicología y cuenta con un Máster en Psicología Clínica y un Máster en Psicología Jurídica. Además, ha participado en proyectos sociales con colectivos de menores en riesgo y mujeres víctimas de violencia de género.

Durante su carrera se ha especializado en ansiedad y sus modalidades (TOC, TAG y crisis de pánico), tristeza y otras formas de influencia (apatía, desmotivación, autoestima), problemas de pareja y de familia, fobias y trastornos emocionales y de alimentación

A lo largo de su trayectoria ha combinado la labor asistencial con la actividad docente, impartiendo formación en distintas universidades de España. También es autora de diversos libros sobre la especialidad y ha asistido a congresos y seminarios a nivel nacional.

En la actualidad la Sra. Fernández ejerce en entre2mentes.

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