El bullying: una mirada desde la víctima

Escrito por: Sofía Cervantes Martínez
Publicado:
Editado por: Margarita Marquès

En este artículo, vamos a ver cómo se recuerda una experiencia de maltrato en la infancia y parte de la adolescencia por una joven que ha sido víctima de bullying.

 

Cristina tiene 17 años, una amplia sonrisa y una lágrima a punto de caer, tiene mucha emoción contenida y parece que esté a punto de estallar. Su tendencia a la alegría, su afición a la lectura y el amor de sus padres han sido su tabla de salvación. No es fácil ser insultada con 7 años, que les dijeran a sus compañeros que no le hablaran, la criticaran por todo lo que hacía, la imitaran, se metieran con ella por su forma de ser, de hablar, por ser diferente, por su apariencia física, etc.

 

Cristina ha estado en alerta y en tensión durante años para que el maltrato no fuera a más. Estudiando la personalidad de sus acosadores (gustos, opiniones) para no llevarles la contraria y hacerlos enfadar. Conteniéndose para no ser ella misma “una loca por los libros de historia, la literatura, los idiomas y la alegría”.

 

Cuando la víctima llega a la adolescencia y no ha procesado el acoso sufrido,
despliega una serie de síntomas que le dificultan transitar por esta etapa

 

¿Cómo afecta el acoso en la propia imagen?

El acoso ataca directamente el autoconcepto o a la imagen que construimos de nosotros mismos, la cual está influenciada por las interacciones que establecemos. El niño, de manera atenta, se mira en el espejo que sostienen padres, compañeros, profesores y observa la imagen que le devuelven. El niño acosado construye una percepción de si mismo distorsionada, se juzga y critica duramente (autoestima), porque se le impone lo que debe ser y se desprecia su ser.

 

Cuando la víctima llega a la adolescencia y no ha procesado el acoso sufrido, despliega una serie de síntomas como ansiedad y depresión, que le dificultan transitar por esta etapa, como explica Reatiga, M, (2009): “Es bien sabido desde el punto de vista del desarrollo humano, la trascendencia de los llamados períodos críticos o estadios del desarrollo evolutivo, en los que cobra crucial importancia la resolución de determinadas tareas y desafíos. Por lo tanto, con mucha dificultad habrá desarrollo y bienestar si en las primeras etapas de la vida tuvo lugar un impase o hándicap, por no decir trauma, con lo que no solo la tarea queda pendiente, sino que el camino y la posibilidad de seguir el rumbo que lleva al crecimiento, al encuentro consigo mismo, al desarrollo de autenticas posibilidades y sueños, queda truncado”.

 

Cuando Cristina habla de su experiencia social explica que para ella todo lo que hacían sus acosadores estaba bien, mientras que sus gustos, opiniones y estilo siempre eran cuestionados, pero los de ellos eran perfectos. Se dejaba manipular, porque sentía que siempre tenían razón. Se sentía y se siente insegura por intentar agradar a todo el mundo, porque cree que así la querrán y aceptarán. Tiene mucho miedo al rechazo y casi nunca se enfada con nadie. Se adaptó a ellos, hizo cosas que no le gustaban para que no la rechazasen. Infundían miedo en ella, nunca quería llevarles la contraria, aunque no estuviese de acuerdo. Todo lo que ellos decían para ella era cierto, se dejaba llevar, confiaba en ellos como si lo supiesen todo.

 

Durante el proceso de reconstrucción de la historia de maltrato, el acosado necesita entender y separar su historia personal de la del maltratador y llegar a identificar las motivaciones personales de los agresores.

 

La tarea más importante de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, la cual está determinada en gran parte por los sucesos de la infancia. Es necesario que el joven que ha sido acosado reconozca sus propios ideales, motivaciones y sentimientos para lograr conectarse consigo mismo reencontrándose con su yo o ser real, superando sentimientos de culpa y vergüenza por no haberse resistido al acoso, entendiendo que su actuación responde a sobrevivir en una situación hostil. El acosado se siente decepcionado, inseguro y desconfía de las relaciones sociales

 

Cristina ha pasado de estar en grupo y llorar sin saber por qué a disfrutar de nuevas amistades, superar cada vez más el miedo a ser criticada y rechazada, alegrarse cuando la invitan a alguna actividad en grupo. Se va soltando: participa más en clase, lleva libros para leer entre clase y clase, dice sentirse guapa y cada vez disfruta un poco más encontrando su estilo a la hora de vestir y su vocación profesional.

Por Sofía Cervantes Martínez
Psicología

La Sra. Sofía Cervantes Martínez es una gran especialista en Psicología en Madrid. Cuenta con una extensa formación en distintos ámbitos de la especialidad, como Psicología clínica, infancia y adolescencia, terapia familiar, Neuropsicología, ansiedad y estrés, entre otros tratamientos y patologías.
 
Licenciada en Psicología por la Universidad Santo Tomás de Bogotá, continuó su formación con el Programa de desarrollo psicológico y aprendizaje escolar por la Universidad autónoma de Madrid y el curso en Neuropsicología educativa y del desarrollo por ISEP.
 
En la actualidad, ejerce como psicóloga en la Clínica Ceta en Leganés, Madrid.

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